La
construcción de pozos
en viviendas ha ido decayendo desde la urbanización de calles gracias a una red
de establecimiento de agua potable en la que cada casa dispone del agua que
quiera proveniente de ciertos embalses. Por lo tanto un pozo en ciudades
urbanizadas hoy en día no tiene valor ni significado alguno salvo para dotes
decorativas.
Estas
dotes decorativas han llevado a que la construcción
de pozos, siga llevándose a cabo de manera puntual y sin realizar perforaciones en la tierra, sin aprovechar
por tanto las aguas de los subsuelos urbanos.
La
construcción de pozos se ha relegado
a un segundo plano por así llamarlo, la construcción de pozos se relega a
aquellas viviendas y demás edificaciones donde no llega el agua urbanizada correctamente,
como chalets, fincas, haciendas, etc. Es por tanto en estos lugares donde los
pozos explotan su funcionalidad, en este caso doble, porque comparte la
atracción decorativa con la que se utiliza en las viviendas de cascos urbanos y
por otro lado, el aprovechamiento de agua subterránea, para su uso en riego de
jardines y uso cotidiano en labores de higiene.
Como
podemos ver, a pesar de que la construcción de pozos se ha convertido en algo
del pasado en las grandes y medianas urbes, siguen siendo de vital importancia
en lugares lejanos de ellas, tanto para personas, como para ganado y jardines.